Gustavo Ales: “El enemigo público número uno de la humanidad es la
pérdida de suelo fértil, la desertificación”
Los vecinos de
Castellar reunidos en la última jornada del seminario de CGT sobre autogestión,
economía solidaria y soberanía alimentaria han decidido crear una asociación de
productores y consumidores de productos ecológicos. Así lo han decidido a primara
hora de la tarde de hoy domingo, 28 de abril, a propuesta del alcalde, Juan
Casanova. El alcalde intervino tras la última de las ponencias presentadas al
seminario, la que expuso Ismael Rojas sobre
creación de cooperativas, cuestiones fiscales, jurídicas e iniciativas.
Casanovas explicó que
esa asociación será el primer paso para la futura explotación cooperativista de
Majarambú, finca de la Junta de Andalucía cuya venta en subasta se evitó el año
pasado tras la movilización popular. El Ayuntamiento presentó en verano un proyecto de explotación agro-ecológica de
la finca a la Junta de Andalucía y ahora está esperando que el Gobierno andaluz
le ceda el uso de la tierra para echarlo a andar.
Casanova dijo que la
asociación es el embrión de lo que será la futura cooperativa y añadió que
espera que la Junta de Andalucía agilice y concluya pronto los trámites para
poder poner en marcha el proyecto.


Ismael Rojas explicó
que hoy en día ya no es necesario un capital mínimo para crear una cooperativa
y explicó cuales son sus principios constitutivos: Estructura y gestión
democrática, igualdad de todos los socios en derechos y deberes; participación
de los socios en las actividades; autonomía e independencia y fomento del
empleo estable. Añadió que la ley obliga a que cuando los beneficios superan el
50 por ciento del capital social la cooperativa está obligada a destinarlos al
fomento del empleo estable, la ayuda a los empelados no socios a ingresar como
socios, y a otros fines sociales en beneficio de la propia entidad.
Antes que Rojas
intervino Armando Álvarez, inspector de Agrocolor SL, una empresa dedicada a la
certificación de productos ecológicos, que habló sobre la normativa ecológica y
los procesos de certificación. Álvarez explicó que en Andalucía la Junta de
Andalucía tiene encomendada esta función a empresas privadas como la suya, que
se dedica no solo a inspeccionar y certificar sino también al ensayo de
productos en el campo. Álvarez dijo que los beneficios de la certificación
ecológica son muchos para los productores: garantiza la calidad de sus
productos, aumenta su competitividad, apoya las ventas y evita el rechazo,
facilita la introducción de los productos en los mercados y consigue más
implicación de los agricultores en el proceso productivo. Para los consumidores
supone una ayuda en el proceso de elección de los productos y les permite
comparar las ofertas.
Álvarez dijo que el
objetivo de las certificaciones es la seguridad alimentaria global, el respeto
al medio ambiente y el cumplimiento de la normativa laboral.
Para que un agricultor
consiga las certificaciones es necesario un proceso que pasa por las siguientes
etapas: solicitud y plan de conversión de sus tierras de convencionales a
ecológicas; revisión; visitas preliminares de los inspectores; evaluación;
inscripción; seguimiento y certificación de conformidad. El tiempo medio para que unos cultivos sean
certificados como ecológicos es de dos años a partir de la primera siembra
ecológica.
El ingeniero técnico
agrícola Gustavo Ales fue el primer ponente de la mañana. Ales fue rotundo al
decir: “El enemigo público número uno de la humanidad es el suelo desnudo. Ni
la energía nuclear, ni la destrucción de la capa de ozono ni el cambio
climático, el enemigo más grave que tiene la supervivencia de la humanidad es
la pérdida de suelo fértil, la desertificación. Ése es un proceso irreversible
y más dañinos que todos los anteriores”.
Gustavo Ales dijo que
la creación de una capa de un centímetro de suelo fértil, con todos sus
nutrientes, bacterias y biodiversidad exige de cientos de miles de años y que
una vez que el suelo se destruye ya no hay manera de recuperarlo. El ingeniero
agrícola recordó que la agricultura tiene más de 10.000 años y que la versión
agroindustrial que conocemos hoy en día, que es la que está acabando con los
suelos fértiles, no tiene más de cien. Por tanto es falso el mensaje de las
grandes multinacionales cuando dice que sólo con sus métodos, que implican la
erosión y la desertificación progresiva de los suelos dedicados a la agricultura
y la ganadería industriales, se puede alimentar a la humanidad. Ales dijo que
el uso masivo de fertilizantes químicos, de herbicidas y de tractores a gran
escala se ha hecho sin una investigación agronómica previa, sólo para dar
trabajo a la industria militar una vez acabada la Segunda Guerra Mundial. “Las
fábricas de tanques se convirtieron en fábricas de tractores y las fábricas de
urea que se usaron para la guerra química se convirtieron en fábricas de
nitratos fertilizantes”, dijo Ales, que añadió: “Los herbicidas los inventaron
los norteamericanos en 1968 para la guerra de Vietnam y sus fábricas se
reconvirtieron luego y crearon el mercado de los pesticidas agrícolas”.
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