A La Almoraima, gran latifundio donde los haya, le ha salido
un grano. Un grano que late, se difunde y germina. Un grano, pequeño aún, pero que
crece por momento.
Castellar y su gente trabajadora sin trabajo, están germinando.
Era, pues, cuestión de tiempo que se produjera el encuentro o, como en este caso
el desencuentro. Y es que La Almoraima, nació para Castellar, pero la niña
moruna le ha salido díscola a su madre y a lo largo de su vida, siempre
aprovechó cualquier motivo para separarse de ella y renunciar a su maternidad.
Porque ella, La Almoraima, siempre ha estado muy apegada a papá, el de Madrid,
que es quien le da y le quita los dineros. Y ya se sabe con tanta distancia de por
medio no se puede educar bien a los hijos.
Doña Isabel lo sabe y se aprovecha de ello porque ha hecho
de “su” Almoraima un sayo y un “no me la quitarán porque me han dicho que es
mía”. Disciplinada y cumplidora, doña Isabel no permite el reencuentro de su
madre con su sediciosa y rica hija. Pero la crisis es mucha crisis y está
tirando puertas y muros que antes se consideraban inexpugnables.
Aunque considero que lo suyo sería abrir algunas puertas
para facilitar el trabajo que en definitiva es lo que es lo único que se está
exigiendo.
Y no puedo por menos que resaltar que a este panal de
discordias intencionadas vendrán diez mil …. a comer y a aprovechar el momento
que una asociación de parados junto con su ayuntamiento han propiciado. Y así
tendremos los invitados de la madre, los de la hija y los autoinvitados, que llegarán
los últimos y se pondrán los primeros.
Maldita política ésta la nuestra que permite que mediocres
de medio pelo vayan donde no les llaman, entren donde no les quieren y arrasen
con lo que no es suyo.
En fin, vamos a regar la tierra para que el grano siga
germinando y comience a dar sus frutos que es lo que Castellar y sus
trabajadores sin trabajo necesitan
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